Un fecha concreta marcada en el calendario y me hace celebrar el haberte conocido, aunque ya no estas en mi vida. Mirando atrás me doy cuenta que me porte fatal contigo. Y por ello nuestros caminos se separaron. Yo en ese momento fui victima, cuando siempre había sido mi propio verdugo.
Pensaba que para ti iba a ser imprescindible, y la vida me enseño que somos prescindibles. Fui mi propia maestra y tu mi mejor alumno.
Ahora tengo tu nuevo número de teléfono, (nada se resiste a una mujer que quiere saber), miro tu perfil de WhatsApp con tu foto, mientras pienso en los años que han pasado. Ya no eres aquel chico de 18 años, ahora eres un hombre de 45, y por cierto sigues conservando esa sonrisa con esos labios carnosos que tan loca me volvían.
Si supieras que siento la necesidad de pedirte perdón, que he pensado mil veces hacerte llegar algunas cosas que aun conservo.
No volvería a ti, pero sé que hubiera sido muy feliz a tu lado. Me completabas en todo, éramos los mejores amantes y amigos. Contigo crecí, contigo soñé, contigo aprendí lo que es una pareja. También me enseñaste lo que duele el corazón cuando se rompe. Ese dolor indescriptible, donde se te rasga el alma en dos y tu cabeza es una autentico hervidero de emociones. Donde viajas a la deriva y todo tu mundo se desmorona y parece el triangulo de las bermudas, con ganas de desaparecer pero sin saber porque saliendo a flote.
Pero gracias a todo ello conocí y viajé junto a mi amiga Sole, fuimos intimas y aun a veces esta en mi vida.
La Soledad, buena compañera, aunque a veces se hace pesada en el tiempo. Adicta en algunos momentos y dañina cuando no la necesitas y te dice las verdades.
Pero eso si, también viaje conmigo misma y por ello aprendí lo que quiero en la vida y lo que no, y por ello hoy estoy donde estoy, aun no he madurado se ve, porque sigo mirando al pasado sintiendo que fue ayer.
He llegado a la conclusión que todos tenemos a alguien al que pedir perdón.